Por otro lado, la pragmática es el uso adecuado del lenguaje. Inunda
toda la comunicación independientemente de la modalidad comunicativa empleada
ya sea señalar, signar o hablar e independientemente del grado formal del
lenguaje es decir, de las estructuras morfosintácticas de mayor o de menor
complejidad. También independientemente del léxico conocido por los alumnos. La
pragmática es lo que dota de sentido a la comunicación y es precisamente en
este aspecto en el que tenemos que centrar nuestra intervención por
encima de otros aspectos.
El objetivo principal que nos planteamos es que la comunicación sea
funcional y significativa; de nada sirve un amplio repertorio de vocabulario y
unas largas estructuras morfosintácticas si no se utilizan adecuadamente, en su
momento y con la finalidad apropiada.
Hemos de conocer la forma en que se comunica cada alumno y saber qué
funciones comunicativas es capaz de emplear, con qué grado de ayuda y en qué
contextos, y, una vez situado comenzar a trabajar para avanzar por estas
funciones y así mejorar su comunicación y el uso que hace de ella. Siempre en
una progresión de dificultad ascendiente:
- Función imperativa (pedir, y también rechazar)
- Función vocativa (llamar la atención de otra persona)
- Función declarativa (denominar, compartir, describir…)
- Función de respuesta a preguntas (contestar a preguntas diferentes)
- Función de petición de información (ser capaz de preguntar y solicitar datos a otra persona)
- Función narrativa (realizar una narración con sentido y orden)
- Función conversacional (iniciar, mantener y finalizar una conversación)
- Función imaginativa (expresar pensamientos, crear…)
La
pragmática es el uno de los componentes de la comunicación más
afectados en las personas con TEA, condicionando así el desarrollo de los
demás. Además otros aspectos que conforman la pragmática y suelen estar
alterados en los TEA son todos los referentes a la comunicación no verbal,
entonación, etc. Es decir todo lo “no estrictamente comunicativo” que empleamos
habitualmente para hacernos entender a otras personas. Para poder comprender
estas “señales” y más aún para emplearlas, se hace necesario un abordaje muy
específico y un análisis muy detallado que permita generar estrategias de uso y
comprensión a las personas con TEA. De nuevo nos encontramos ante la necesidad de
realizar una enseñanza explícita de aspectos que otros niños van a aprender de
forma espontánea, muchas veces en esto radica lo especial de la intervención en
Trastornos del Espectro Autista.
- El Vocabulario: comprobar si tiene mucho o poco vocabulario y si sabe cómo utilizarlo. Al mismo tiempo, dependiendo de éste, podréis mejorarlo, enseñándole palabras nuevas.
- La Sintáxis: comprobar si sabe estructurar adecuadamente una oración y la longitud de ésta.
- La Fluidez Verbal: comprobar si responde rápido y con soltura a las preguntas. Esta característica está relacionada con la Agilidad Mental.
- La Pragmática: comprobar la espontaneidad del niño para responder ante una situación práctica.
- Comprensión: comprobar que no se tiene problema a la hora de entender una pregunta y saber contestarla correctamente.
A modo de resumen destacar tres conclusiones:
- Dado que la pragmática es el componente del lenguaje más afectado en las personas con Trastornos del Espectro Autista, el trabajo en aumentar y mejorar el uso de las funciones del lenguaje es el que debe primar en la intervención lingüística que desarrollemos, por delante de otros aspectos de carácter más formal como la morfosintaxis o la fonética.
- Hay que dotar al alumno/ a de las herramientas necesarias para desarrollar al máximo sus competencias comunicativas en cada una de las funciones, aumentando sus recursos y la complejidad del lenguaje que emplee.
- Siempre hay que priorizar la espontaneidad y el uso generalizado de las habilidades comunicativas.
MATERIAL PARA TRABAJAR LA PRAGMÁTICA |
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Fuente de las tarjetas: Originales de Mónica Sabatello y Cristina Volpi. Traducido por Mabel Freixes.